Aptitudes deriva de actitudes en el Talento

La semana pasada escuché a Richard  Vaughan con motivo de la presentación de su libro “Nuestra hora en el escenario” Entiendo que haya pocos como él, que a través de estudio y toma de postura de opciones vitales, se ha convertido en empresario y comunicador.

¿Qué nos pasa al resto de los mortales? ¿Qué le hace diferente a un genio?  Hay quien piensa que los genios  no existen y que  son esas mismas personas como tu y como yo, con la diferencia de que se han esforzado. Y  que la genialidad no sobreviene,  viene  a partir del trabajo milimétrico y de muchas horas. Será  verdad que todos tenemos el mismo talento, real o potencial?

Del mismo modo que las aptitudes derivan de las actitudes en la vida ante los objetivos y los planes que nos trazamos. Poder abordar la vida con una actitud que ayude a triunfar más en lo espiritual que en lo material, a través de un actitudes de ganar, de luchar con optimismo y cuidando al otro. Los que llegan a la cima a golpe de pelotazo con ciertas actitudes poco éticas, no pueden ser felices, sino desgraciados.

Los españoles somos probablemente el pueblo más preparado para los éxitos: la habilidad del mediterráneo, la nobleza del castellano, la visión de los atlánticos; con las actitudes adecuadas, el pueblo español sería imparable… pero estamos llenos de demonios infundados.  Ante lo que se nos presenta delante, solemos decir que sí,  o que “no”.  A menudo el “no” va por delante,  tan fatalista que internamente no nos creemos lo que hacia fuera decimos que valemos. Esto tiene que ver con la actitud derrotista de conformarse con desarrollar el 10 ó el 20 % de nuestro potencial, y guardarnos el resto para….. soñar. 😉  En cambio, cuando vemos a alguien que arriesga, que se atreve a mover sus sueños,  que sabe que puede fracasar, pero lo  intenta y dice que “sí” y porque lo hace, algunas veces le sale  y otras no, decimos que es un loco! . ¿Por qué lo hacemos, tal vez porque le envidiamos? online strattera.  Pienso que los niños nos enseñan mucho: ellos ponen ganas, lo intentan una y otra vez, se creen sus sueños, y consiguen convencernos y que les digamos que “sí”.

Madre Teresa decía:  “qué pena que por pensar puedes hacer poco – como una gota agua en un océano-,  no hagas nada”. Y Shakespeare en Macbeth,  del pesimismo antropológico de su protagonista, – que sostiene: “para qué hacer el esfuerzo?” – no obtiene mas que esterilidad vital.  Ante las dificultades solemos decir: “soy realista, es imposible!”, pero el realismo no es un coto cerrado de los pesimistas.  El optimismo tiene tanto derecho a ocupar el realismo como el pesimismo.  De hecho  realista es el optimista que se mueve y lo consigue.

Sin errores no hay logros ni progreso, esos badenes  del  camino, los frenazos y “volantazos”….    y todos hemos cometido errores, pero deberíamos buscar otro nombre para la palabra “error”: me gusta cicatrices. O al menos darle más importancia de la que se ha granjeado hasta la fecha: “gracias a mis aciertos y errores estoy aquí, si me hubiera castigado o flagelado por cada fallo” . Los hay que dicen que si tuvieran una segunda oportunidad, lo lograrían, pero no,  fracasarían veinte veces, por falta de actitud, luces, trabajo, atención, estudio. No hay que tener miedo, ni aversión al riesgo, “no lo intentes, hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes” del maestro Yoda al caballero Yedi, de la Guerra de las Galaxias.

(Continuará  sig. semana)

Noemí Merchán

Kaaizen

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