Estamos recorriendo un camino en el que aún es necesario marcar el sendero, debido a que el ser humano busca por un lado la igualdad hombre y mujer, persona y persona – lo cual es fundamental en el día a día en las empresas, pero en la práctica no lo logra, y diría que en proporción 50/ 50, ese anhelo de entendimiento intra disciplinar: entre personas del mismo equipo se ve teñido de lascas separatistas, donde si al inicio todo va bien, no se sabe por qué efecto, pasa el tiempo y comienzan las luchas por el poder que inmortalizó Mc Lelland.
A mi juicio para que la diversidad funcional en equipos multidisciplinares sea una realidad no teórica, ha de haber una relación de interfuncionalidad donde cada uno aporta su conocimiento y experiencia, diferente del otro, se añade valor y se transmite conocimiento con generosidad, esta es la clave para que el talento se comparta y crezca. Llevo años atribuyendo esta máxima del talento en los seminarios que imparto: “El talento necesita entorno”, si no reconoces tu lado oscuro, y lo escondes, crecerá en la sombra, pero será mala hierba, en cambio, si lo compartes los demás pueden ayudarte a desbrozarlo.
Los mejores perfiles que preparamos para el cambio son aquellos que incluyen entre sus competencias, porque la tienen, la capacidad de trabajo en equipos multidisciplinares. La flexibilidad, la generosidad y el compartir conocimiento, son la moneda de cambio que acompaña al profesional que interactúa bien y se adapta al estilo de cada persona del equipo.
Un fenómeno experimentado en los equipos es el nacido del pensamiento holístico, donde el todo es mayor que la suma de las partes; pues se cumple que siempre que se enfrentan a periodos de entregas, y fechas dead line muy ajustados, es cuando lo dan todo y llegan. Lo que genera en cada uno de ellos un salario emocional impagable, además de mejoras en el rendimiento, que los hace leales y comprometidos. La corresponsabilidad exigida a la mujer en el trabajo y familia niños pequeños o personas dependientes, no sería problema si se les permitiera disfrutar del valor tiempo para llegar a todo, pues lo harían también holísticamente. Los equipos leales hasta el infinito trabajan muy bien este aspecto. Es más, me atrevo a afirmar que la mayoría de las veces los equipos que se te van, lo hacen por no haber conseguido emocionarse a través de este aprendizaje interdisciplinar ya sugerido por Aristóteles y afortunadamente vigente. Su versión más moderna es encarnada en las metodologías agiles que aligeran los procesos permitiendo a todos los miembros del equipo trabajar de un modo más eficiente y cumplir el presupuesto y los plazos pactados.
Si asociamos pragmáticos con teóricos y los escuchamos, todos suman. Recuerdo un ingeniero informático que me decía: “sin los creativos, los técnicos no tenemos nada que hacer “. Los equipos que funcionan son perfiles híbridos coordinados: «scrumers» o perfiles mixtos facilitadores de proyectos con capacidad para motivar y cohesionar equipos cuanto más diversas en sus funciones, más aportan al equipo.
Noemí Merchán Yuste. Asesora de Talento en Kaaizen www.kaaizen.es
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